Se quedó sin trabajo en pandemia y montó una empresa que procesa 10 toneladas mensuales en Goiania. Lleva entregadas alrededor de 500 canastas básicas distintas instituciones
Apenas se declaró la pandemia de coronavirus, Darío Ferrari, un rosarino de 48 años, se quedó sin trabajo en Goiania, ciudad donde vive desde 2008 junto a su esposa, oriunda de esa ciudad brasileña. Con un poco de desesperación por conseguir empleo, este licenciado en administración de empresas en la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que se dedicaba a las asesorías financieras, comenzó a explorar la industria del reciclaje y, desde entonces, no solo abrió un comercio a la calle para recibir residuos electrónicos para su procesado, sino que creó un proyecto para cambiarlos por comida para donar y su iniciativallegó a cada rincón de Brasil. Actualmente procesa unas 10 toneladas de resíduos electrónicos por mes y tiene acuerdos comerciales con la principal firma del rubro en el país vecino.
Los primeros puestos de reciclaje apuntaron a lugares con mucha concurrencia de gente, para recolectar lo máximo posible. En los inicios, iba con su auto a cargar los artefactos para luego llevarlos a procesar. Tras un año y medio, su comercio, “Desctec Natureza e Tecnologia”, se encuentra sobre una avenida en Goiania, cuenta con siete empleados y se va incorporando, de a poco, a la ciudadanía.
Empezó en noviembre del 2020. Desde entonces, el proyecto “Resíduo eletrônico contra a fome” (en portugués, residuos electrónicos contra el hambre), que él mismo creó, cambia el pago del valor de esos residuos por montos equivalentes a determinada cantidad de cestas básicas (canastas básicas en Brasil) para que las instituciones que descarten equipamento lo hagan adecuadamente y, de paso, colaboren con la sociedad. Lleva entregadas alrededor de 500 cestas básicas, por un valor de aproximadamente 60 reales cada una.
“Pongo puntos de recepción, por ejemplo, en las iglesias. Hablo con el sacerdote para que, una vez por mes, pueda pasar a retirar todo lo que la gente deje. Lo peso y le pago a la iglesia una determinada cantidad en cestas básicas para que donen a la población”, cuenta Darío y remarca, ni bien iniciada la charla con La Capital, que es “rosarino y de Central”.
Esto mismo hace con las empresas a las que va a retirar los residuos electrónicos. “Hace poco fui a buscar paneles de led a una empresa y le dije que no vive de vender paneles de led dañados. Entonces, les propuse que yo les compraba los paneles que descartaban pero que en vez de pagarles 4.000 o 5.000 reales, compraba eso mismo en cestas básicas y lo entregamos a la institución que ellos eligieran”.
“Las empresas adoraron la idea. Por el boca en boca estoy recibiendo constantemente propuestas de descarte de residuos electrónicos, que compro al valor del mercado pero em vez de pagarle a la empresa, lo entregamos en cestas básicas a donde ellos digan. Vamos, los entregamos a través del proyecto y, de esa manera, la empresa descarta de forma adecuada y colabora con la sociedad. A su vez, me da materia prima para trabajar y el proyecto social aumenta”, explica.
La iniciativa repercutió a nivel nacional en Brasil. No solo que son cada vez más las empresas que lo contactan para sumarse al proyecto, sino que lo convocaron desde la Cámara de Diputados nacional para conformar un grupo que allane el camino para la sanción de leyes que fomenten la industria del reciclaje, además de que cerró una alianza comercial con Indústria Fox, una de las más importantes procesadoras de resíduos reciclables a nivel internacional, según cuenta.
Sobre esto último, comenta: “La empresa procesa 200 toneladas por mes, es la mayor de Brasil. Como lo mío todavía es «amateur», puedo trabajar con residuos de informática pero, también, junto línea blanca, batidoras, secadores de pelo y hasta walkmans. Para eso no tengo los equipamientos ni la instalación física para procesarlos y esa empresa, que es uma de las cinco mayores del mundo, cerró un acuerdo conmigo para que lo que yo no pueda procesar, se lo mande. Una vez por mes envío 10 toneladas para que ellos, con su infraestructura, consigan lucrar”.
Leyes en el Congreso
Según aporta Ferrari, en Brasil se generan alrededor de 10,5 kilos de residuos electrónicos per cápita al año: “El descarte de este tipo de residuo es cada vez mayor, proporcionalmente al resto de los residuos. Brasil es el quinto productor de resíduos electrónicos a nivel mundial y el primero en Latinoamérica”.
El avance de su iniciativa derivó en que este año lo contactara el Instituto Nacional de Empresas Preparadoras de Chatarra No Ferrosa y Siderúrgica (Inesfa, por sus siglas em portugués) que abarca a todos los recicladores de Brasil de todas las ramas.
“Percibiendo que hay mucho para hacer en cuanto a la industria del reciclaje, se formó um frente parlamentario en la Cámara de Diputados, del cual me contactaron para participar. 215 diputados firmaron como parte del frente, con el que se trabaja directamente en el Congreso nacional para promover leyes que favorezcan la industria del reciclaje”, señala.
Cambio de concepto y de mirada
“Anteriormente se hablaba de basura electrónica, algo que se tiraba y no tenía valor. De um tiempo para acá, comenzó a considerarse como residuo electrónico, un material que por medio de un proceso se puede recuperar alguna parte. La tendencia mundial es ir hacia «insumos electrónicos reciclables» que ya no se piensan más como basura sino como um insumo para que vuelva a la cadena productiva”, detalla Darío.
Mientras muestra su celular, dice: “Acá hay plástico, hay chips, acá está todo para ser aprovechado y para que vuelva a la cadena productiva”.
“Cuanto yo más me empeñe en que esto vuelva a la cadena de suministros, menos extracción va a haber, menos daño a la naturaleza y, por consecuencia, se genera más mano de obra. Además, un kilo de material reciclado cuesta el 50% del mismo material extraído de la naturaleza”, concluye.
Link a la nota: La Capital